Historia del Carnaval en Ecuador
Los orígenes del Carnaval se remontan hasta los tiempos de la Antigua Sumeria hace más de cinco mil años, y se transmitieron hacia los egipcios, griegos y el imperio romano, hasta toda Europa, mediante rituales paganos. Era conocido como "Las Bacanales", donde todos compartían como iguales con los esclavos.
La iglesia frenó el libertinaje del Carnaval y lo transformó en un ritual de celebración, comida y fiesta, antes de la cuaresma. Se introdujo en América por navegantes españoles y portugueses de tradición cristiana en época medieval de colonización en el siglo XV, durante el reinado de los Reyes católicos. Ya era costumbre disfrazarse y realizar bromas con alarde y burla al no poder distinguirse las clases sociales por las máscaras.
En América destacan los elementos aborígenes místicos precolombinos fruto de la fusión de los pueblos ancestrales de América y la cultura europea, de la que se mantienen: caravanas, carros alegóricos, comparsas de disfraces, máscaras, confeti, música, agua, cánticos... Pero representados con diferentes peculiaridades.
Había civilizaciones con tradiciones, cultos y rituales relacionados con la naturaleza, el ciclo lunar, la agronomía y sus dioses. Por ello a la llegada de la primavera durante la segunda luna de cada año rendían agradecimiento a Pachacámac (dios supremo) por la fertilidad y productividad del suelo, y todas las tribus unidas hacían un homenaje al Cacique Huaranga. Durante tres días les agradaba bailar y cantar, transformaban sus rostros con pintura, se disfrazaban con pieles de animales, les agradaba beber mucha chicha, comer bien y celebrar con su música e instrumentos su ritual.
En la Edad Contemporánea era el patrón el que recibía ofrendas de sus trabajadores, es conocido como “Camari”. Después apareció el Taita Carnaval, él brinda chicha y licor a los indígenas, es una celebración donde priman la igualdad y el compartir. Aun se mantienen elementos del antiguo carnaval, relacionados con fenómenos espirituales, astronómicos y los ciclos naturales; la utilización de máscaras, danzas, cantos, música y el agua.
“A verte vengo, vengo por verte: trayendo flores para ofrecerte”.
En la época de 1860 la historia se va actualizando. “Mientras en Guayaquil la gente acostumbraba a mojar con agua, en la Sierra se jugaba con harina”. Alrededor de 1900 a 1940, las cocineras acostumbraban a agujerear los cascarones de los huevos para guardarlos hasta el carnaval y así rellenarlos con colonia o agua coloreada y sellarlos con cera, estos luego eran arrojados en medio de la celebración.
“Los caballeros 'asaltaban' las casas de las damas y les lanzaban los cascarones; ellas, a su vez, les tiraban agua en recipientes, al final todos mojados armaban fiesta en las casas o comilona”. Otra costumbre entre las clases sociales bajas era la Fiesta del arroz quebrado, denominada así porque luego de los juegos y la elección de la reina del carnaval se servía aguado preparado con el arroz de grano partido.
En la Sierra, las celebraciones incluso empezaban un mes antes, pero fue a partir de la dictadura de Ramón Castro Jijón (1963). Se modificó esta costumbre realizando los carnavales de misa con desfile de carros alegóricos en los cuales en lugar de agua se lanzaban flores, práctica que luego se trasladó a Guayaquil.
En la región andina también se lo vincula con la fiesta indígena de fin de año solar o Paucar Huatay, (Pawkar ...) una de las cuatro más grandes del año ligada a las prácticas agrícolas, al trabajo cooperativo, la relación con la tierra y la religiosidad expresada con estos elementos. El carnaval de los mestizos, en cambio, termina con el inicio de la Cuaresma. En la urbe actualmente existe una devoción al Niño Jesús y las misas se multiplican en la víspera del carnaval, por ello se afianza el llamado priostazgo, además se conservan el canto de las coplas y el juego con polvo y agua.
El historiador Rodolfo Pérez Pimentel habla de que hay registros sobre esta celebración en periódicos de la época de 1860. “Mientras en Guayaquil la gente acostumbraba a mojar con agua, en la Sierra se jugaba con harina”, puntualiza Pérez. Alrededor de 1900 a 1940, cuenta, las cocineras acostumbraban a agujerear los cascarones de los huevos para guardarlos hasta el carnaval y así rellenarlos con colonia o agua coloreada y sellarlos con cera, estos luego eran arrojados en medio de la celebración.
“Los caballeros 'asaltaban' las casas de las damas y les lanzaban los cascarones; ellas, a su vez, les tiraban agua en recipientes, al final todos mojados armaban fiesta en las casas o comilona”, relata. Otra costumbre entre las clases sociales bajas era la Fiesta del arroz quebrado, denominada así porque luego de los juegos y la elección de la reina del carnaval se servía aguado preparado con el arroz de grano partido.
En la Sierra, las celebraciones incluso empezaban un mes antes, pero fue a partir de la dictadura de Ramón Castro Jijón (1963) que se optó por modificar esta costumbre adoptando los carnavales de misa con desfile de carros alegóricos y en lugar de agua se lanzaban flores, práctica que luego se trasladó a Guayaquil.
En la región andina también se lo vincula con la fiesta indígena de fin de año solar o Paucar Huatay, (Pawkar ...) una de las cuatro más grandes del año ligada a las prácticas agrícolas, al trabajo cooperativo, la relación con la tierra y la religiosidad expresada con estos elementos. El carnaval de los mestizos, en cambio, termina con el inicio de la Cuaresma. En la urbe actualmente existe una devoción al Niño Jesús y las misas se multiplican en la víspera del carnaval, por ello se afianza el llamado priostazgo, además se conservan el canto de las coplas y el juego con polvo y agua.
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